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Foto del escritorCaminar El Agua

Anime Galleggianti - Almas que flotan -

Por Davide Olori


Una travesía en barco siguiendo las aguas del Tartaro Canalbianco, un canal que corre paralelo al río Po, en Italia, se transforma en un libro que nos llama a descubrir los lugares que están cerca de nosotros, pero que aún no conocemos.


Cuando la mañana disipa las nieblas que se espesan sobre la llanura entre Mantova y el delta del río Po, se desvela un entramado de canales y arroyos que discurren hacia el Mar Adriático. Dibujan la geografía del campo, acompañan el recorrido de los caminos y la posición de los pueblos. Este es el escenario que Massimo Zamboni, guitarrista histórico de la banda CCCP, que introdujo el estilo punk en Italia, y Vasco Brondi, uno de los cantautores más reconocidos de la nueva generación italiana, eligen para su viaje de exploración.



Un extraordinario viaje de la llanura al mar, cortando por los campos: durante una semana Massimo, Vasco y Piergiorgio, el fotógrafo que los acompaña, navegan a una velocidad máxima de diez kilómetros por hora por las mágicas y surreales aguas del Tartaro Canalbianco, uno de los muchos canales que atraviesan el valle del Po, en la zona de Polesine.


Desde la perspectiva del que navega, las orillas del canal son muy altas, la llanura es sólo una proyección, mientras los días fluyen entre pescadores, garzas, inmigrantes rumanos y chinos, peces torpedo, esclusas, pilones y paradas en pequeñas aldeas.



En medio de esta "Amazonia imaginaria" por la que se atraviesa, el paisaje se abre paso a los recuerdos en la nítida ruta de escape y el eco de quienes han sido capaces de narrar la melancólica belleza de la llanura - Zavattini, Celati, Ghirri - y se entrelaza con un nuevo canto interior, universal. Dos historias, o más bien tres, y un viaje a pocos kilómetros de casa que se revela como la forma más pura de exploración, descubrimiento, encantamiento.


Un viaje que más tarde se convierte en un reading, una banda sonora, un libro. Se crean artefactos y obras para rendir homenaje a la soledad de la llanura, a sus márgenes, a sus intersticios. Para celebrar la calma de ir acompañado por el lento flujo del agua en lugar del ruidoso tráfico rodado.


Navegar las contradicciones, la naturaleza que resiste, en los rincones abandonados de la llanura, a la agricultura intensiva y desandar los caminos de los vagabundos, criminales y rebeldes que se esconden en las orillas del río, o de aquellos que van en busca de su cena.



El mayor regalo que nos dan los tres viajeros no son sólo las obras que nos dejan de su semana flotante. Sino que más bien la invitación a equivocarnos, alejándonos de los caminos que ya hemos recorrido para descubrir lugares que no hemos visto nunca, a pesar de que se encuentran muy cerca de nosotros.



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