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Walking on Water: el arte para caminar el territorio

Caminar sobre el agua trae a la mente la imagen de algo sobrenatural, físicamente imposible. Christo, uno de los artistas más destacados de nuestro tiempo, decidió desafiar ese límite a través del arte y hacer posible, a lo largo de 16 días, la experiencia de caminar sobre el agua o, en palabras del mismo artista, “caminar sobre el lomo de una ballena”.


Esto gracias a su última obra, The Floating Piers, una pasarela flotante realizada entre el 18 de junio y el 3 de julio de 2016 en el lago de Iseo, en el norte de Italia. La imagen de la llamativa línea amarilla que unía el pueblo de Sulzano, desde la orilla del lago, con Monte Isola y la Isla de San Pablo quedó para siempre en el recuerdo de muchos ciudadanos. El documental de Andrey Paounov, Walking on Water, estrenado en Alemania en abril y que se distribuirá a partir de agosto, cuenta cómo se realizó esta famosa obra. La unión de 100.000 metros cuadrados de tela amarilla, 22.000 cubos de polietileno de alta densidad, 200 anclas colocadas al fondo del lago y 3.700 metros de cuerda, se transformó en una pasarela de 3 kilómetros de largo y 16 metros de ancho, capaz de albergar hasta 11.000 personas. Un proyecto ambicioso, en el que cada elemento fue pensado en detalle y tiene un significado preciso para la obra. Como el color amarillo brillante de la tela, que el artista ya había querido usar en obras anteriores, fue elegido por que el sol y el agua le darían un aspecto cambiante, otorgándole tonos rojos y dorados según la hora del día.


La idea del proyecto The Floating Piers surgió varios años antes y tiene una historia conflictiva. Es el resultado de una idea compartida con su esposa Jean Claude, quien murió en el año 2009: en 1970 se les negó el permiso para realizar la instalación en Río de la Plata, muy cerca de Buenos Aires, y lo mismo sucedió 20 años después, cuando volvieron a trabajar en el proyecto, pensando en Japón como el escenario. Después de la muerte de su esposa, el sueño de caminar sobre el agua estaba todavía incompleto y cuando Christo cumplió sus 80 años, se dio cuenta que debía realizarlo. Fue así como en el 2015 se dirigió a Italia, donde ya había realizado varias instalaciones, por lo que era un país que estaba dispuesto a acoger y colaborar con el artista. Después de visitar todos los lagos del norte de la península, tomó la decisión de hacerlo en el lago de Iseo, que a Christo le pareció el de mayor inspiración, y quedó fascinado con la idea de permitir que los 2.000 habitantes de Monte Isola, la isla ubicada en el centro del lago y de una altura de 420 metros, pudieran caminar hasta el continente por primera vez.




El esfuerzo y la determinación del autor en la realización de The Floating Piers están perfectamente captados en el documental, que es mucho más que el simple relato de la obra. Para el director, que empezó a trabajar en la película cuando la instalación ya había terminado, fue una verdadera apuesta elegir 100 minutos de entre las 700 horas de vídeo grabadas durante las distintas fases del proyecto (tomas áreas, grabaciones bajo el agua, vídeos que siguen al artista, otros que documentan el montaje…). Fueron necesarios tres meses con 10 horas de reproducciones al día para revisar todo el material y encontrar un hilo conductor, hasta que finalmente lo encontró: el hilo sería Christo. El director sabía que no podía limitarse a mostrar solamente la obra, ya conocida por todos a través de internet o de la televisión, y que tenía que ir más allá. Es así como fueron descartadas todas las grabaciones de la instalación: ésta se va develando exclusivamente a través de Christo y se muestra completa solamente al final del documental. Walking on Water nos muestra entonces al hombre que hay detrás del proyecto, transmitiendo la pasión, los momentos de inspiración, el carácter impaciente e irascible del autor que no se fía de la tecnología y quiere hacerlo a su modo, y el contraste entre la mirada intolerante en los temas burocráticos y el entusiasmo puro en contar su proyecto y en verlo tomar forma.


Pero, por sobre todo, el documental es una ocasión para reflexionar sobre cómo el arte nos puede acercar al territorio, al paisaje y hacernos sentir parte. El mismo Christo explica que la obra es mucho más que una sola pasarela, incluye el agua, las montañas alrededor del lago, los pueblos que están en la orilla, los eventos atmosféricos sobre los cuales la obra existe: “Amo las cosas reales, el viento real, la sequedad real, la humedad real; el miedo y la alegría reales. Esto no está pintado, no es una película, no es la televisión, es la realidad”. Es una obra hecha de paisaje y de las mismas personas que lo viven, es con ellas que la obra se completa: “Tenéis que caminarla. Es una obra física, no es para mirarla, sino que para sentirla, respirarla y moverse en ella. Es una obra para tocar”.




Walking on Water es entonces el recuerdo de una de las obras más comentadas de los últimos años, un punto de partida para reflexionar sobre el arte, pero también una invitación: nos llama a descubrir la belleza de este lago italiano que, incluso sin la pasarela flotante, no pierde su encanto. Es un lago íntimo, silencioso, que ofrece pueblos históricos y senderos de montaña que permiten admirar el lago desde lo alto. Volver al lago significa también descubrir lo que Christo no nos ha dicho con su obra: por causa de la eutrofización, el agua que se encuentra a más de 100 metros de profundidad, está constantemente sin oxígeno, una condición insostenible para la vida del ecosistema. En este sentido es muy importante redescubrir el propio patrimonio que está en peligro y por el que se están buscando soluciones.


Para ir a Monte Isola esta vez sólo podemos hacerlo con el ferry, aun así la belleza del paisaje que inspiró a Christo, le permitió cumplir su promesa de hacernos caminar sobre el agua, inspirándonos a conocer y disfrutar de nuestro patrimonio natural, está todo allí.





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